Crisis, ¿qué crisis?

 La situación que estamos sufriendo es muy complicada, y en muchos casos llega a ser angustiosa. Noticias como el incremento de la asistencia de niños a los comedores de la Casa de Caridad en más de un 38% son preocupantes, me parece inadmisible que los colegios cierren el comedor al no tener la subvención correspondiente, así como en el tema de la falta de presupuesto en sanidad, donde por ejemplo, los enfermos de parálisis cerebral no están teniendo la asistencia debida, ya que la costosa rehabilitación hace que no se pueda pagar a los profesionales del ramo, por no decir que algunos maestros, me gusta llamarlos así, llevan a sus clases zumos y galletas comprados por ellos, ya que algunos de sus alumnos llegan al colegio sin desayunar o incluso sin haber cenado el día anterior.

 Y que todo esto sea debido a la falta de dinero, a la falta del maldito dinero, tan solo con el 5% del dinero destinado al rescate de los bancos, se podría rescatar a más de 30.000 familias, pero estamos cansados de ver en los telediarios y en la prensa que se los están llevado calentitos unos cuantos fulanos, y cada vez son más los fulanos, que si ahora me compro un banco en Florida o adquiero propiedades en Miami y ya ni te cuento con el caso de los EREs famosos que se los dan según quien EREs.

 Y que esta gente se pueda acoger a subterfugios como el aforamiento por ser diputado o recusar al juez porque me mira mal o me tiene manía y lo peor de todo, que la fiscalía actúe como abogado defensor del corrupto actuando en lugar del abogado defensor y poniendo en duda la imparcialidad o la capacidad del juez en vez de actuar de oficio en muchos casos de dudosa legalidad, como bien comentó nuestro diputado en el congreso y portavoz adjunto de UPyD Carlos Martínez Gorriaran hace unos días.

 ¿Por qué los partidos mayoritarios no promulgan la imparcialidad e independencia real del poder judicial? Los ciudadanos deberíamos ver a la justicia como una herramienta de igualdad y transparencia, para sentirnos  protegidos por ella.

 Mucho tienen que cambiar las cosas, pero se puede cambiar podemos cambiarlas, debemos cambiarlas, eso sí, el camino será duro y tortuoso, pero al mismo tiempo será ilusionante y motivador. No dejemos esto en manos de quienes piensan antes en cómo poner su culo en el sillón, que en el bienestar de sus ciudadanos. Busquemos la excelencia y la honestidad en nuestros representantes, nuestras familias y amigos se lo merecen.